viernes, 30 de octubre de 2009

Las Cuevas: Un oscuro futuro (I)



Carlos Fierro
La espeleología es un bello deporte - ciencia donde aún se puede explorar lo desconocido y vivir una auténtica aventura, cada vez más audaz con el moderno material y técnica, pero esto jamás debe estar reñido con una escrupulosa conducta ética de respeto al medio geológico y a los animales que la habítan.


¿POR QÚE LAS CUEVAS ESTÁN EN PELIGRO?
El deterioro que ha sufrido el mundo subterráneo es bien patente para aquellos que llevamos años recorriendo sus entrañas. Sería muy fácil acusar a horas de vándalos que no siendo espeleólogos entran ocasionalmente en las cavernas y no respetan el frágil medio. Pero cuando uno encuentra graffiti a -100 m, purgas de carburo a 7 Km de la entrada, o montenes de plásticos y bolsas de comida putrefacta de un vica después de pasar varios lagos de aguas profundas, la reflexión debería ser de autocrítica.
La mar puede llenarse de marea negra y el bosque quemarse, pero son "pieles vivas" con un poder regenerativo notable, resucitando de sus propias cenizas. Por el contrario, las cuevas son un medio sumamente frágil, sin apenas poder de regeneración en caso de deterioro.
La espeleología se ha masificado, la técnica de "solo cuerda" permite el acceso de muchos, allí donde antes, o no era posible llegar o estaba reservado a unos pocos. La manifestación de los cursos de iniciación para la obtención de fondos para los clubs, pone los medios técnicos a una gran masa de gente, que a veces es inconsciente del daño que puedan causar en el frágil medio.
Un mundo cada vez más competititvo y agresivo tiene su proyección en el mundo de la espeleología, donde algunos de sus miembros absortos en aspectos deportivos, son incapaces de apreciar la belleza que les rodea, pero si destruirla.
La espeleología al igual que el descenso de cañones se ha convertido en los últimos tiempos en un negocio para ciertas agencias de viajes especializadas en deportes con marco natural. El negocio nunca fue un buen aliado de la conservación.
Si alguien mata a un oso está quebrantando la ley, pero la ley no protege los espeleotemas o cristalizaciones dentro de una cueva. Un coleccionista desaprensivo puede arrancarlos para su colección particular o lucro comercial. Según la Ley de Minas de 1973 (Real Decreto 2857/1978) en su artículo 2º: "lo que se encuentra en el subsuelo son bienes de dominio público"; pero se puede explotar co concesión de permiso. Además la ambigüedad de la ley en su Art. 1º señala: " el propietario del terreno puede extraer de él un mineral, siempe que la extracción sea ocasional y de escasa importancia técnica y económica".
La no utilización del frontal eléctrico en galerías con formaciones o animales cavernícolas, así como movimientos bruscos o torpes pueden causar daños innecesarios. Se manosean blancas formaciones con manos sucias de arcilla, con un resultado que salta a la vista.


Se ha podido constatar un gran descenso en las poblaciones de murciélagos, si bien es cierto, que la contaminación atmosférica, la alteración del medio exterior y el uso de pesticidas son también factores que limitan sus fuentes de alimentos contribuyendo a este descenso. No es menos cierto que las molestias de las que son objeto en el sueño invernal con gastos de energías a expensas de sus críticas reservas así como en su ciclo reporductor deben añadirse a las causas del descenso. De estas molestias somos los espeleólogos los máximos responsables: hablando alto cerca de ellos o inclusive manoseándoles. Abortos, abandono de crías, provocar su caída o la simpe pérdida energética que les impide llegar al fin del largo invierno, son sólo una muestra del resultado de la atrevida y esperemos que ignorante molestias que reciben.


Texto: Carlos Fierro
Fotos: Antonio Ortigosa
Comisión Conservación de Cavidades de la FME






















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